El Camino del Regreso

Caminando por los senderos polvorientos que bordeaban el pequeño poblado donde Tres Codos, Rodius, Lucio y Marco habían pasado la noche, la conversación fluyó naturalmente hacia temas más profundos. El sol comenzaba a teñir el cielo de tonos naranjas y dorados, y aunque la jornada prometía calor, la brisa matutina aún era fresca y vivificante.

Tres Codos, con su habitual bastón en mano, marcaba el ritmo pausado de la caminata. Rodius, siempre curioso y ávido de conocimiento, fue el primero en romper el silencio que se había formado.

"Maestro, has hablado antes de la redención como un regreso al hogar, algo más que simplemente ser salvado de nuestros errores. ¿Podrías explicarnos más sobre esto?", preguntó Rodius, ajustando su morral sobre el hombro.

Tres Codos sonrió, siempre paciente, y comenzó a hablar con su voz calmada y profunda: "En nuestra fe, la redención es central y se entrelaza profundamente con la obra y el sacrificio de Jesucristo. Como sabéis, Jesús no solo liberó a la humanidad del pecado y la muerte, sino que también prometió un regreso restaurador al hogar definitivo del creyente: la presencia de Dios."

Lucio, quien solía ser más práctico y menos inclinado a las reflexiones teológicas, frunció el ceño ligeramente, interesado sin embargo en entender. "¿Cómo se relaciona eso con nuestras vidas diarias?", preguntó.

"Veamos el concepto del año del jubileo en el Antiguo Testamento," continuó Tres Codos, señalando las similitudes con su bastón hacia los campos que comenzaban a extenderse a su lado. "Durante el jubileo, los esclavos eran liberados y las propiedades regresaban a sus dueños originales. Es un hermoso símbolo de restauración y libertad, algo que Cristo ha hecho eternamente accesible a través de su sacrificio."

Marco, el más joven del grupo y el más reciente en su fe, escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra. "Entonces, ¿esto significa que somos liberados no solo de nuestras faltas sino también restaurados a algo más grande?"

"Exactamente, Marco," asintió Tres Codos. "Efesios 2:4-6 dice que Dios nos dio vida con Cristo y nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Esto implica que nuestra redención nos traslada a una posición de honor junto a Cristo en el ámbito celestial."

La conversación fluyó naturalmente hacia el tema de la redención como un cambio de dominio y propiedad, como describió Pablo en Colosenses. "Somos trasladados del poder de las tinieblas al reino de su amado Hijo. Esto, mis amigos, es el corazón del jubileo: un regreso al diseño original de propiedad y libertad personal," explicó Tres Codos.

Al pasar junto a un antiguo olivo, Tres Codos se detuvo y miró a sus compañeros. "El libro de Hebreos nos dice que Cristo entró en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios. Como nuestro sumo sacerdote, asegura nuestro retorno definitivo al hogar."

Rodius, reflexionando sobre las palabras de Tres Codos, sintió una paz interior. "Es como si, a través de Cristo, no solo se nos permitiera volver a nuestro estado original de libertad y comunión con Dios, sino que este retorno también fuera un regreso al Trono de la Gracia, posible gracias a su sacrificio."

A medida que el grupo retomaba la caminata, la conversación se tornó más introspectiva. Lucio finalmente habló, su voz llena de una nueva comprensión. "Entonces, la redención no es solo un evento del pasado, sino un proceso continuo que nos lleva de vuelta, una y otra vez, al hogar con Dios, renovados y restaurados por la gracia."

Tres Codos asintió, complacido por la comprensión alcanzada por sus discípulos. "Así es, y cada paso que damos en este camino no es solo un movimiento

 hacia adelante, sino un regreso a donde realmente pertenecemos."

Mientras el sol se elevaba más alto en el cielo, los cuatro continuaron su camino, cada uno meditando en silencio sobre las profundas verdades de la redención, sintiendo en sus corazones el dulce llamado del hogar celestial.