¿Progresismo Evangélico?: Navegando las Divergencias desde una Perspectiva Conservadora Cristiana

.Desde la óptica de un creyente cristiano conservador, surge la incógnita de cómo reconocer a alguien que se autodenomina cristiano y, al mismo tiempo, abraza el progresismo. Antes de abordar este tema, es crucial comprender qué implica adoptar una postura progresista. Un progresista sigue la corriente del progresismo, ya sea desde una perspectiva de izquierda o liberal si se sitúa en la derecha. Este movimiento se manifiesta de manera dispersa en varios ámbitos políticos y busca equilibrar el poder en todas las esferas de la vida. Su noción de justicia se basa en redistribuir el poder, despojando a las "clases privilegiadas" para otorgárselo a aquellos que han sido "marginados".

Desde una perspectiva conservadora, la conciliación entre el cristianismo y el progresismo puede parecer desafiante. El creyente cristiano que desea aferrarse a sus creencias bíblicas tiende a caracterizarse por mantener valores tradicionales arraigados en interpretaciones específicas de las Escrituras y una perspectiva conservadora de las relaciones. En este contexto, el progresismo, que busca cambios y equidad social, choca con las creencias bíblicas tradicionales, especialmente en temas relacionados con el comportamiento sexual y el concepto del aborto.

Un cristiano conservador cuestiona la compatibilidad entre el progresismo y la fe cristiana debido a las discrepancias en asuntos como el aborto, la identidad de género y el matrimonio. El progresismo, al abogar por la redistribución del poder y la equidad social, contradice las posturas conservadoras en estas cuestiones, que a menudo se fundamentan en aplicaciones bíblicas tradicionales.

Es esencial destacar que la relación entre el cristianismo y el progresismo no es uniforme, y hay quienes argumentan, de manera equivocada, que ambos pueden coexistir de manera coherente. Algunos "cristianos progresistas" sostienen que la esencia del mensaje cristiano reside en la compasión, la justicia social y el amor al prójimo, valores que, según ellos, pueden alinearse con la agenda progresista. Sin embargo, ignoran la importancia de la resurrección de Cristo, el llamado a la santidad conforme a los lineamientos bíblicos y la consecuente nueva vida del individuo que ha nacido de nuevo en Cristo mediante la acción del Espíritu Santo.

En última instancia, la cuestión de ser cristiano y progresista desde una perspectiva conservadora plantea interrogantes sobre la interpretación de las enseñanzas cristianas y cómo estas se aplican a los desafíos y cambios sociales contemporáneos. La diversidad de opiniones dentro de la comunidad cristiana refleja la complejidad de estas intersecciones. Sin embargo, el diálogo entre ambas posturas se presenta difícil, ya que el cristianismo exige un sometimiento total al Señorío de Cristo.