El Cumplimiento de la Redención en Cristo: Un Retorno al Hogar Celestial a Través del Trono de Gracia


En la teología cristiana, la redención es un concepto central que se entrelaza profundamente con la obra y sacrificio de Jesucristo. Según la tradición bíblica, la redención que Jesús ofrece a la humanidad no solo implica la liberación del pecado y la muerte, sino también un regreso restaurador al hogar definitivo del creyente: la presencia de Dios. Esta visión de la redención encuentra resonancias notables en el Antiguo Testamento, particularmente en el concepto del año del jubileo, durante el cual los esclavos eran liberados y las propiedades regresaban a sus dueños originales (Levítico 25:10). En este ensayo, exploraremos cómo la "eterna redención" obtenida por Cristo se ilumina al considerarla como un retorno al hogar en libertad, utilizando la figura del año del jubileo y examinando cómo esta temática se desarrolla en diversos pasajes del Nuevo Testamento.

En Efesios 2:4-6, Pablo habla explícitamente de esta redención y restauración en términos celestiales: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús". Este pasaje no solo destaca la gracia salvífica y la misericordia de Dios, sino que también subraya la redención como un acto que nos traslada a una posición de honor junto a Cristo en el ámbito celestial. Aquí, la redención se presenta como un retorno al estado original de comunión con Dios, reminiscente del retorno al hogar que caracterizaba al jubileo.

Además, en Colosenses 1:13-14, Pablo refuerza esta idea al describir la obra redentora de Cristo que nos traslada "del poder de las tinieblas" al "reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados". La redención aquí se asocia con un cambio de dominio y de propiedad, lo cual es esencialmente el corazón del jubileo: un regreso al diseño original de propiedad y libertad personal.

El libro de Hebreos ofrece una explicación aún más detallada y teológicamente rica de cómo se logra esta redención. En Hebreos 9:24, se nos dice que "Cristo no entró en un santuario hecho por manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios". Este acto de presentarse ante Dios puede ser visto como el clímax de la redención, donde Cristo, como nuestro sumo sacerdote, asegura nuestro retorno definitivo al hogar. Al igual que el sumo sacerdote terrenal entraba en el Lugar Santísimo en el día de la Expiación para hacer propiciación por los pecados del pueblo (Levítico 16), Cristo entra en el verdadero Lugar Santísimo celestial para obtener una redención eterna para nosotros. Este acceso directo al Trono de la Gracia es el cumplimiento último del jubileo, donde no solo somos físicamente liberados, sino espiritualmente restaurados a la familia de Dios.

Esta interpretación de la redención se refuerza aún más en Romanos 3:24, donde se afirma que somos "justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús". Pablo utiliza aquí el término "redención" (ἀπολύτρωσις, apolutrosis) que implica una liberación conseguida por el pago de un rescate. Este lenguaje de rescate y liberación conecta directamente con el concepto del jubileo, enfatizando que en Cristo, no solo se nos permite volver al estado original de libertad y comunión con Dios, sino que este retorno al Trono de Misericordia (Mercy Seat) es posible mediante su sangre.

Finalmente, en Gálatas 4:4-5, leemos que "Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos". Esta adopción es el retorno definitivo al hogar que nos ofrece la redención de Cristo. Al igual que los esclavos liberados durante el jubileo regresaban a sus familias y a sus tierras ancestrales, nosotros, mediante la redención de Cristo, somos restaurados y reunidos como hijos de Dios, con todos los derechos y herencias que esto conlleva.

En conclusión, la redención en Cristo es un acto trascendental que no solo nos libera de nuestras transgresiones sino que también nos restaura a nuestro lugar legítimo en la presencia de Dios. Esta comprensión de la redención como un retorno al hogar en la libertad, reflejando el antiguo año del jubileo, nos proporciona una visión profunda y esperanzadora de la relación que Dios busca restaurar con su creación a través del sacrificio de su Hijo.

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