La Justicia de Dios: Un Enfoque de Fidelidad y Rectitud más allá del Castigo

La comprensión de la justicia de Dios ha sido un tema de debate y reflexión en la teología cristiana a lo largo de los siglos. Este ensayo busca explorar la naturaleza de la justicia divina, enfocándose en cómo se revela a través de la fidelidad y rectitud de Dios, en contraposición a las interpretaciones que la ven desde un enfoque punitivo y vengativo. A través de una revisión de las Escrituras y el análisis de la perspectiva cultural sobre estos conceptos, se pretende arrojar luz sobre cómo la justicia de Dios se manifiesta en el evangelio y su significado para la fe cristiana.

"Mas ahora, sin la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia," (Romanos 3:21-22).

La palabra "justicia" carga consigo una diversidad de significados influenciados por factores culturales y lingüísticos. En la cultura angloparlante, por ejemplo, se hace una distinción clara entre "justice" (justicia) y "righteousness" (rectitud), mientras que en otros idiomas y culturas estas ideas pueden confluir. Esta distinción es crucial para comprender cómo se revela la justicia de Dios en el evangelio, que es, ante todo, una buena noticia de salvación y redención a través de Cristo.

"Mirad, días vienen, declara el SEÑOR, en que yo levantaré a David un Renuevo justo, y Él reinará como rey y actuará con sabiduría, y hará justicia y derecho en la tierra." (Jeremías 23:5).

Según Romanos 1:17, la justicia de Dios se revela en el Evangelio "por fe para fe", lo que indica que es a través de la fe en Jesucristo que se manifiesta la justicia de Dios en el creyente. Esta revelación es fundamentalmente diferente de la concepción humana de justicia, que a menudo se inclina hacia la retribución. En el contexto bíblico, la justicia de Dios se entiende mejor como su rectitud y fidelidad a su palabra y a sus promesas.

"Pues en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ." (Romanos 1:17).

El evangelio, que tiene como protagonista a Cristo, su muerte y resurrección, es el eje central a través del cual se define la justicia de Dios. La muerte de Cristo en la cruz es vista como una victoria sobre el pecado, y su resurrección como la victoria sobre la muerte. Esto culmina con Cristo sentado a la diestra de Dios, simbolizando su autoridad y poder supremos. Contrario a ver la cruz como un instrumento de castigo divino, la Biblia enfatiza la resurrección y entronización de Cristo como la verdadera revelación de la justicia de Dios.

"El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación." (Romanos 4:25).

La comprensión de la justicia de Dios desde una perspectiva occidental, influenciada por el derecho y la cultura de la retribución, lleva a malinterpretaciones de la esencia del Señor. La Biblia, escrita en un contexto de medio oriente, presenta una visión de la justicia de Dios que se centra en la rectitud y la fidelidad y en ningún modo en el castigo o la venganza. Es importante, por tanto, acercarse a las Escrituras con una comprensión de su contexto cultural para captar la plenitud de la revelación de Dios.

"Jehová es misericordioso y justo; Sí, nuestro Dios es compasivo." (Salmos 116:5).

En la cultura hispanoamericana, y de manera más amplia en la teología latinoamericana, el concepto de justicia ha sido a menudo influenciado por interpretaciones que enfatizan su aspecto punitivo. Sin embargo, la palabra griega "dikaiosune" (así como la palabra hebrea "Tsedaka"), utilizada en la versión griega del Antiguo Testamento para referirse a la justicia de Dios, subraya más bien su rectitud y su fidelidad. La resurrección de Cristo es un momento clave que revela esta justicia de Dios, mostrando que Dios es fiel a su palabra y promesas.

"Mas a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: CUANDO SUBIÓ A LO ALTO, LLEVÓ CAUTIVA UNA HUESTE DE CAUTIVOS, Y DIO DONES A LOS HOMBRES." (Efesios 4:7-8, citando Salmo 68:18).

Sin embargo en la teología occidental se hace una distinción inexistente la Biblia entre la rectitud de Cristo y la justicia de Dios. La distinción entre la rectitud de Cristo y la justicia vengativa se usan al considerar la naturaleza de la redención. Mientras que los conceptos humanos de justicia frecuentemente buscan explicarla a través de la satisfacción a través del castigo, en la Biblia no enontramos esas asociación de palabras, es decir, la palabra "justicia" asociada con la palabra "satusfacción", ni menos con la palabra griega "dikaiosune".

En las Escrituras la justicia de Dios no se satisface sino que es revelada en las resurrección y posterior entronización de Jesús el Cristo en cumplimiento de su misión, demostrando fidelidad, rectitud y misericordia en lugar de venganza. La rectitud de Dios, por lo tanto, está siempre alineada con su carácter de amor y fidelidad, nunca opuesta o enemistada con lo que Él llama los suyos.

"De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna." (Juan 3:16).

La fidelidad de Dios, manifestada en su palabra y acción, es la verdadera esencia de su rectitud y/o justicia. Esta fidelidad se demuestra en el cumplimiento de sus promesas y por ende en su actuar lleno de misericordia y gracia hacia los suyos. Un ejemplo de ello es que la metáfora de las alas en el propiciatorio, mencionada en las Escrituras, ilustra este punto vívidamente, representando la protección y cuidado de Dios hacia su pueblo. Este símbolo resalta que la justicia de Dios, lejos de ser retributiva o vengativa, abarca la misericordia, la protección y el amor incondicional.

"Como un águila que despierta a su nidada, Que revolotea sobre sus polluelos, Así extendió Él sus alas y los tomó, Los llevó sobre sus plumajes." (Deuteronomio 32:11).

"Bajo sus alas hallarás refugio; Su fidelidad es escudo y baluarte." (Salmos 91:4).

La noción de que la justicia divina implica el castigo es refutada en varios pasajes bíblicos, como en Daniel 9:16, donde se hace referencia a la misericordia y el perdón de Dios incluso a través de la justicia. Esto sugiere una comprensión de la justicia divina que trasciende la mera retribución y se arraiga en el amor y la restauración.

"Ahora, pues, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste un nombre, como se ve en este día; hemos pecado, hemos hecho lo malo." (Daniel 9:15).

Este concepto de justicia, que emana de la fidelidad y rectitud de Dios, desafía nuestras perspectivas humanas y culturales, invitándonos a reconsiderar cómo entendemos y vivimos la justicia en nuestras propias vidas. En lugar de enfocarse en el castigo y la retribución, la justicia de Dios nos llama a una relación basada en la fe, el amor y la gracia, reflejando así el corazón de Dios hacia su creación. Incluso más, la LXX traduce la palabra "justicia" y/o "rectitud" como "eleomosune" que se traduce generalmente como "misericordia" al español.

"Porque yo, Jehová, amo la justicia, aborrezco el robo y la iniquidad; Y daré fielmente su recompensa, y haré con ellos un pacto eterno." (Isaías 61:8).

El testimonio bíblico, desde la ley y los profetas hasta los evangelios y las epístolas, presenta consistentemente a Dios como fiel y justo, pero su justicia está inseparablemente ligada a su misericordia y amor. Jesucristo, como la revelación definitiva de Dios, encarna plenamente esta justicia divina. A través de su vida, muerte y resurrección, Jesús muestra que la justicia de Dios no es una fuerza destructiva, sino redentora, que restaura la relación rota entre Dios y la versión griega del Antiguo Testamento para referirse a la justicia de Dios, subraya más bien su rectitud y su fidelidad. La resurrección de Cristo es un momento clave que revela esta justicia divina, mostrando que Dios es fiel a su palabra y promesas.

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17).

Por tanto, la entronización de Cristo resucitado no es solo un evento escatológico, sino también el fundamento de la justicia divina que se ha revelado en el presente. Los creyentes son llamados a vivir bajo esta justicia, participando en la misión redentora de Dios en el mundo, promoviendo la paz, la reconciliación y el amor. Esta participación es una respuesta de fe, un eco de la justicia de Dios que trabaja a través de nosotros.

"Pero busquen primero su reino y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas." (Mateo 6:33).

La justicia de Dios, entendida de esta manera, ofrece una visión transformadora que puede inspirar y guiar a la iglesia en su misión en el mundo. Frente a los desafíos de la injusticia, la opresión y la violencia, la comunidad de fe está llamada a ser un reflejo de la justicia divina, que es al mismo tiempo recta y misericordiosa, fiel y amorosa. Esta es la buena noticia del evangelio, que proclama liberación y esperanza a un mundo quebrantado.

"La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro." (Salmos 89:14).

En conclusión, la justicia de Dios, revelada plenamente en la resurrección y entronización de Jesucristo, desafía las interpretaciones retributivas y punitivas, mostrándonos un camino de fidelidad, amor y misericordia. A través de la resurrección y entronización de Cristo, Dios demuestra su compromiso inquebrantable con la redención y restauración de toda la creación. Esta comprensión de la justicia divina nos invita a reexaminar nuestras propias concepciones y a vivir de manera que refleje la rectitud, la misericordia y el amor profundo de Dios hacia los suyos.

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." (Romanos 12:1).


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