La Justicia de Dios Revelada en la Entronización de Cristo: Más Allá de la Cruz
En el trasfondo teológico cristiano, la muerte de Jesús en la cruz ha sido un punto focal de reflexión sobre la justicia de Dios (entendida como rectitud de Dios) y su redención para la humanidad. Sin embargo, en un análisis más profundo, la justicia divina no se revela en la muerte de Cristo por nuestros pecados, sino que esa revelación se completa en su entronización después de la resurrección luego de su muerte. Este ensayo explorará cómo la justicia de Dios se manifiesta desde el trono de la gracia, abarcando tanto la muerte de Jesús como su posterior entronización.
El primer punto a considerar es la noción de los dos momentos de la sangre de Cristo: su muerte en la cruz y su entronización luego de su resurrección gloriosa. La crucifixión de Jesús no puede separarse de su resurrección, ya que ambas son partes integrales del plan divino de redención. La sangre derramada en la cruz testifica de la muerte de Cristo por nuestros pecados, pero la victoria sobre la muerte es testificada en la resurrección, es así que la resurrección hace posible nuestra justificación según Romanos 4:25. Es en este segundo momento que se revela la justicia de Dios, mostrando su poder sobre el pecado y la muerte.
El segundo momento de la sangre es descrito por la carta a los Hebreos (9:12) donde se nos describe que Cristo entró ante el verdadero Lugar Santísimo ante el mismo Trono de la Gracia por su propia sangre. El acto del Sumo Sacerdote derramando la sangre sobre el propiciatorio ha de ser entendido como el hecho de la entronización de Cristo debido a que Él derramó su propia sangre. Cristo entró y sentó en el Trono de Misericordia (Mercy Seat) por su propia sangre (Hebreos 9:24).
La justicia de Dios, en su esencia, se relaciona estrechamente con su rectitud y fidelidad a sus promesas. Desde el Antiguo Testamento, Dios prometió un Salvador que vendría a reconciliar a la humanidad consigo misma. Esta promesa se cumple en la persona de Jesucristo, quien, al morir, resucitar y ser entronizado, demuestra la fidelidad divina hacia sí mismo y hacia su pueblo. La justicia/rectitud de Dios no ha de ser vista como un acto de castigo o retribución, sino como un acto de amor y fidelidad hacia sí mismo y hacia a aquellos a quienes ha prometido redimir.
Es así que es en la entronización de Cristo donde la justicia de Dios se revela en toda su plenitud. Después de resucitar de entre los muertos, Jesús fue exaltado y sentado a la diestra del Padre. Esta imagen de entronización es significativa porque muestra que Cristo no solo es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados, sino también el Rey soberano que gobierna sobre toda la creación. En su entronización, Cristo ejerce autoridad y justicia divina, asegurando la consumación de su obra redentora y la restauración de todas las cosas.
En conclusión, la justicia de Dios revelada en la entronización del Cristo que murió y resucitó trasciende el evento de la cruz. Si bien la muerte de Cristo por nuestros pecados es fundamental para nuestra redención, es su resurrección y entronización lo que completa el cuadro de la justicia de Dios revelada. Desde el trono de la gracia, Dios manifiesta su rectitud y fidelidad a través de Cristo, quien es no solo nuestro Salvador, sino también nuestro Rey y Soberano. Por lo tanto, al contemplar la justicia de Dios, debemos mirar más allá de la cruz y reconocer la plenitud de su revelación en la resurrección y posterior entronización de Jesús el Cristo.
Comentarios
Publicar un comentario