La Redención a través de la Gracia: Reflexiones sobre Romanos 3:23-26
Introducción
El pasaje de Romanos 3:23-26, escrito por el apóstol Pablo, encapsula la esencia del Evangelio y la obra redentora de Jesucristo. En este breve pero profundo pasaje, se aborda la condición universal del pecado, la justificación por gracia a través de la redención en Cristo y la manifestación de la rectitud de Dios revelada en el Evangelio. Este ensayo explorará detalladamente cada uno de los puntos sugeridos, profundizando en la importancia de la resurrección de Cristo, la comprensión de la palabra "propiciación" como el Trono de Gracia, la imagen de Cristo sentado a la diestra de Dios y la consecuente liberalización de la entrada de muchos hermanos a la gloria, así como la revelación de la rectitud de Dios a través del Evangelio.
1. La Justificación como Resultado de la Resurrección de Cristo (Romanos 4:25)
El versículo 23 comienza con una afirmación contundente: "por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios". Esta declaración establece la realidad universal de la humanidad: todos somos pecadores y, como consecuencia, estamos alejados de la gloria divina. Sin embargo, el siguiente versículo revela la buena noticia: "siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3:24).
La resurrección de Cristo se presenta como un punto central en la justificación del creyente. El apóstol Pablo, en Romanos 4:25, destaca que Jesús "fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación". La resurrección no es solo un evento histórico, sino una victoria sobre el pecado y la muerte que confirma la fidelidad de las promesas divinas. La resurrección asegura la justificación y por ende la vida eterna para aquellos que confían en Cristo. La resurrección establece un fundamento sólido para la justificación por gracia a través de la fe en el Resucitado.
2. El Propiciatorio como el Trono de Gracia (Romanos 3:25) y su relación con Hebreos 4:16
El versículo 25 de Romanos 3 utiliza la palabra "propiciación", traducida del griego "hilasterion" que corresponde al hebreo Kaphoret, que al ingles es traducida como Mercy Seat (Trono de Misericordia) en el Antiguo Testamento. Es esencial comprender esta palabra en el contexto del "Trono de Gracia" a la luz de Hebreos 4:16. La traducción en ingles de la Young's Literal Translation en Romanos 3:25 resalta esta conexión al utilizar la frase "Mercy Seat" (Trono de Misericordia).
La imagen del Propiciatorio o del Trono de Gracia señala el lugar donde la misericordia y la justicia se encuentran. Jesucristo, como Sumo Sacerdote, mediante su propia sangre, se ha sentado en este Trono de Gracia. Este hecho se relaciona directamente con el ritual del día de la expiación en el Antiguo Testamento, donde la sangre se derramaba sobre el Trono de Misericordia (Mercy Seat) en el Lugar Santísimo, en el Tabernáculo.
Se ha de clarificar que la sangre de Cristo derramada en la cruz fue señalada por el derramamiento de sangre del sacrificio del cordero en el altar de bronce, mientras que la sangre llevada por el sumo sacerdote tras el velo y derramada sobre el Mercy Seat (Propiciatorio o Trono de Misericordia) representaba la entronización de Cristo después de la resurrección, ascensión y entrada ante el verdadero Lugar Santísimo, en el cielo mismo. Hay dos momentos de la sangre, en el Altar de Bronce y en el Trono de Misericordia (Mercy Seat - Propiciatorio).
3. Cristo Sentado a la Diestra de la Majestad en las Alturas y la Sangre sobre el Trono de Gracia
La imagen de Cristo sentado a la diestra de Dios, mencionada en Hebreos 1:1-3, refleja su posición de autoridad y poder. Este sentarse no solo simboliza el descanso después de la obra redentora, sino también la posición elevada que confirma su victoria sobre el pecado, la muerte y satanás. La sangre de cordero sobre el Mercy Seat (Propiciatorio - Trono de Gracia) en el día del Yonkipur es figura y sombra de la entronización de Aquel que derramó su sangre para la redención de la humanidad.
De esta manera la propiciación no debe ser entendida como una satisfacción de la ira de Dios, sino como la cobertura misericordiosa de Dios hacia aquellos que se acercan confiadamente ante el Trono de la Gracia. Cristo, al sentarse en el Trono de Misericordia (Mercy Seat - Propiciatorio), ofrece un acceso directo a Dios para aquellos que confían en él. La sangre derramada sobre el Trono de Misericordia en el Lugar Santísimo señala que la reconciliación del hombre con Dios es posible en base a la muerte, resurrección y entronización de Cristo, permitiendo que la misericordia divina cubra a los que se acercan con plena confianza y así se establece una relación restaurada.
Sin la entronización de Cristo, el hecho de que Cristo se siente en el Trono de Gracia, no es posible la propiciación. Que el hombre sea reconciliado con Dios y sea cubierto de esta manera por las "alas de la misericordia" de Dios, es posible porque el Hijo de Dios que se humanó, se sentó en el Trono.
4. Cristo Llevando a Muchos Hermanos a la Gloria (Hebreos 2:10)
El pasaje de Hebreos 2:10 resalta la obra redentora de Cristo al afirmar que era adecuado que Dios, para quien y por quien son todas las cosas, perfeccionara al autor de la salvación de muchos mediante el sufrimiento. La redención no solo hace posible nuestra justificación sino que también nos lleva a la gloria de Dios. Y es por medio de la fe en Cristo que "tenemos acceso a esta gracia" (Romanos 5:2).
La imagen de Cristo llevando a muchos hermanos a la gloria refleja su papel como el pionero de nuestra salvación. Su obra no solo restaura la relación entre los creyentes y Dios, sino que también permite que aquellos que confían en él compartan Su gloria. La redención en Cristo no es simplemente un perdón de pecados, sino un proceso transformador que nos eleva a una comunión íntima con Dios y nos conduce a la plenitud de Su gloria.
5. La Justicia como Rectitud de Dios Revelada en el Evangelio
El concepto de justicia en Romanos 3:25 no se limita a la mera absolución de pecados, sino que abarca la rectitud de Dios revelada en el Evangelio. La rectitud de Dios es la fidelidad de Dios a sus promesas, así como la coherencia entre sus dichos y sus hechos. El Evangelio proclama la rectitud de Dios al mostrar que Jesús es el Cristo, el Salvador que cumplió las promesas divinas al morir por nuestros pecados, resucitar y ser entronizado como Rey de reyes, y Señor de señores.
La rectitud de Dios, es decir, la fidelidad de Dios a sus promesas, por amor a Su Nombre, se revela plenamente en la obra redentora de Jesucristo. La coherencia entre los dichos y los hechos de Dios, revelada en el Evangelio, demuestra la fidelidad divina y su deseo de glorificarse a sí mismo. La justificación por gracia a través de la redención en Cristo es la expresión máxima de la rectitud de Dios, quien, por amor a Su Nombre, provee un camino que nos lleva ante el mismo Trono de Gracia (Mercy Seat - Propiciatorio). Camino que es señalado por la propia sangre del Cordero de Dios.
Conclusión
En conclusión, el pasaje de Romanos 3:23-26, analizado detalladamente en este ensayo, revela la profundidad y la amplitud de la obra redentora de Jesucristo y la esencia del Evangelio. La resurrección de Cristo se destaca como el fundamento central de la justificación por gracia, asegurando la vida eterna para aquellos que confían en Él. El concepto del "propiciatorio" (Mercy Seat) se ilustra mediante la imagen del Trono de Gracia, donde la misericordia y la justicia se encuentran en la obra redentora de Cristo.
Cristo, sentado a la diestra de Dios, nos muestra su victoria sobre el pecado, la muerte y satanás, así como la posición elevada que confirma su autoridad y poder supremo. La redención no solo perdona los pecados, sino que también conduce a muchos hermanos a la gloria de Dios, transformando sus vidas y estableciendo una comunión íntima con el Creador. La justicia, entendida como la rectitud de Dios, se revela plenamente en el Evangelio, demostrando la fidelidad divina a sus promesas, así como la coherencia entre sus dichos y hechos.
En resumen, la obra redentora de Jesucristo, desde su sacrificio en la cruz hasta su entronización en el cielo, representa el camino hacia la justificación, la reconciliación con Dios y la participación en Su gloria, todo ello revelando la rectitud divina de manera perfecta y coherente en el Evangelio.
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