La Fidelidad Inquebrantable de Dios

Una de las ideas centrales que surge de la discusión sobre la justicia de Dios es Su fidelidad inquebrantable hacia aquellos con quienes ha establecido una relación. Este concepto, en el hebreo bíblico, está expresado en la palabra tsedakah, que denota mucho más que justicia en el sentido legal o punitivo. La tsedakah de Dios es la fidelidad que Él demuestra hacia Su pueblo, una fidelidad que no depende de la conducta humana, sino de la relación que Dios ha establecido por Su propia iniciativa.

En el griego del Nuevo Testamento, esta fidelidad se refleja en la palabra dikaiosune, que también se traduce como justicia o rectitud. Sin embargo, la dikaiosune no es simplemente un principio abstracto de justicia; está ligada a la fidelidad de Dios hacia Su pueblo, una fidelidad que se manifiesta en actos redentores concretos. Esta fidelidad activa de Dios es la que define Su relación con Su pueblo y garantiza Su compromiso con ellos.

Creerle a Dios para Disfrutar de Su Fidelidad

Un aspecto fundamental que se resalta es que, para que una persona disfrute de esta fidelidad de Dios, es necesario creer en Él. Si bien la fidelidad de Dios no depende del comportamiento humano, el disfrutar de esa fidelidad está condicionado por la fe. No creerle a Dios equivale a llamarlo mentiroso, lo cual interrumpe la capacidad de experimentar Su fidelidad. Esta creencia no es solo una adhesión intelectual a ciertas doctrinas, sino una confianza activa en que Dios cumplirá Su promesa de actuar como Redentor, Restaurador y Salvador.

La naturaleza activa de la fidelidad de Dios implica que no es pasiva ni espera a que los humanos se acerquen. Por el contrario, Dios es el que toma la iniciativa. Es el buen pastor que busca las ovejas perdidas, el que se levanta y va por aquellos que están en peligro. Este es el corazón de la tsedakah y la dikaiosune: una fidelidad activa que va más allá de cualquier expectativa humana y que se centra en la restauración y liberación de Su pueblo.

La Justicia Relacional: La Acción Redentora de Dios

El concepto de justicia en este contexto no debe entenderse como algo meramente punitivo o retributivo. Más bien, es una justicia relacional, que se expresa a través de los actos redentores de Dios hacia aquellos que están en relación con Él. Como se menciona, la tsedakah no es pasiva ni indiferente; es la acción concreta de Dios para rescatar, restaurar y liberar a Su pueblo.

En el Nuevo Testamento, esta misma idea de justicia se ve en las acciones de Jesucristo, quien vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Aquí se observa la continuidad entre la tsedakah del Antiguo Testamento y la dikaiosune del Nuevo Testamento: en ambos casos, Dios es fiel a Su relación y actúa para redimir a aquellos que son Suyos.

La metáfora del buen pastor es particularmente ilustrativa de esta fidelidad activa. Cristo no espera que las ovejas vengan a Él, sino que va tras ellas, dándoles Su vida. Esta acción es una manifestación directa de la justicia relacional de Dios, en la que Su fidelidad a la relación que ha establecido con Su pueblo le lleva a actuar en favor de ellos, aun cuando ellos mismos no sean dignos de tal favor.

El Dios del Antiguo y Nuevo Testamento: El Mismo Dios de Fidelidad

Es importante destacar que el Dios que actúa con esta fidelidad en el Antiguo Testamento es el mismo Dios que actúa en el Nuevo Testamento. Aunque a menudo se presenta una imagen distorsionada del Dios del Antiguo Testamento como un ser de ira y venganza, esto es un malentendido de la naturaleza de Su justicia. Dios siempre ha actuado con fidelidad hacia Su pueblo, rescatando a los Suyos y mostrando Su poder redentor a través de milagros y señales.

Un ejemplo claro de esto es la liberación de Israel de Egipto. Mientras que Egipto experimentó las plagas como actos destructivos, Israel experimentó esos mismos eventos como manifestaciones de la fidelidad de Dios. Para los enemigos de Dios, Sus actos son motivo de juicio e ira, pero para Su pueblo, esos mismos actos son motivo de alabanza y gratitud. Esto refleja la dualidad de la justicia de Dios: lo que para unos es castigo, para otros es redención.

La Relación con los Enemigos de Dios

Otra faceta importante de la fidelidad de Dios es cómo actúa frente a los enemigos de Su pueblo. Aquellos que se oponen a la obra de Dios experimentarán Su ira. No porque Dios sea arbitrario o vengativo, sino porque Su fidelidad a los Suyos exige que actúe en contra de aquellos que buscan impedir Su plan redentor. Este es otro aspecto de la justicia relacional de Dios: Él actúa para proteger a Su pueblo y llevar a cabo Su plan de salvación.

Los enemigos de Dios experimentan Su justicia de una manera diferente. Mientras que el pueblo de Dios experimenta Su redención, aquellos que se oponen a Él experimentan el juicio. Esta es la misma justicia que se manifiesta en las plagas de Egipto o en las guerras contra los enemigos de Israel. Dios no es neutral; Él toma partido a favor de aquellos que Le pertenecen y actúa con justicia hacia aquellos que se oponen a Su plan.

Conclusión

Este ensayo ha explorado el concepto de fidelidad y justicia en el marco de la relación entre Dios y Su pueblo. A través de la palabra hebrea tsedakah y la palabra griega dikaiosune, vemos cómo la fidelidad de Dios es una fidelidad activa que busca redimir, restaurar y liberar a Su pueblo. Esta fidelidad no es meramente legal o retributiva; es una justicia relacional, arraigada en la promesa de Dios de actuar en favor de aquellos que son Suyos. En los próximos ensayos, se continuará explorando cómo esta justicia y fidelidad de Dios define la relación del creyente con Él y cómo se manifiesta en la vida cristiana.

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