El Don de Pastor, el Cargo de Episcopo y la Restauración en la Iglesia Primitiva
En el marco de la iglesia primitiva, la distinción entre el don de pastor, el cargo de epíscopo y la actividad de anciano-gobernante era clara y estructurada, pero hoy en día, estas distinciones tienden a confundirse. Muchos creen que el cargo y el don son inseparables, lo que lleva a malentendidos sobre la disciplina y restauración de los hermanos que han pecado. Este ensayo aborda la diferencia entre el don y el cargo, subrayando que la restauración de un hermano debe centrarse en su reintegración al servicio de sus dones, sin que necesariamente implique el retorno a posiciones de liderazgo como anciano gobernante o episcopo.
1. El Don de Pastor: Servicio Permanente en el Cuerpo de Cristo
El don de pastor es un regalo irrevocable del Espíritu Santo, otorgado para la edificación de la iglesia (Efesios 4:11). Este don está relacionado con el cuidado del rebaño, la enseñanza y el discipulado, y no depende de un cargo o posición específica dentro de la iglesia. El don es una capacidad que el Espíritu otorga para servir, y continúa presente en el hermano, aun cuando haya pecado.
Es importante señalar que la disciplina por parte de la iglesia no tiene como objetivo quitar el don que Dios ha dado, ya que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables (Romanos 11:29), dependen de Dios mismo. Más bien, la disciplina tiene como propósito corregir y restaurar al hermano para que pueda utilizar sus dones de manera adecuada y en conformidad con la voluntad de Dios. Por lo tanto, el hecho de que un hermano haya pecado no implica que pierda el don de pastor, pero sí afecta su capacidad y su posibilida de ejercer liderazgo en la iglesia.
2. El Cargo de Episcopo: Autoridad y Responsabilidad
El cargo de episcopo implica una responsabilidad de supervisión dentro de la iglesia. Quienes sirven en este rol, según 1 Timoteo 3:1-7, deben ser irreprochables, "maridos de una sola mujer," y ejemplos de conducta para la comunidad. Cuando un hermano peca, pierde temporalmente la autoridad moral necesaria para ejercer este cargo. El episcopo no solo supervisa la doctrina y el cuidado espiritual, sino que también actúa como ejemplo de vida cristiana.
Es fundamental no confundir el don con el cargo. El hecho de que un hermano siga poseyendo el don de pastor no significa que pueda continuar sirviendo como episcopo o anciano gobernante sin pasar por un proceso de restauración. La iglesia primitiva, como se menciona en 1 Timoteo 5:19-20, tenía procedimientos claros para tratar las acusaciones y el pecado entre sus líderes, priorizando siempre la integridad y el ejemplo de quienes ocupaban roles de gobierno.
3. Disciplina con el Objetivo de Restauración
La disciplina en la iglesia debe tener como objetivo la restauración, no la condena. En Mateo 18:15-17, Jesús establece un proceso de corrección fraternal que culmina con la restauración del hermano arrepentido. Este principio se refleja también en Gálatas 6:1, donde Pablo insta a restaurar a los que han pecado con espíritu de mansedumbre.
El propósito de la disciplina no es castigar, sino corregir y guiar al hermano de vuelta a una relación correcta con Dios y con la comunidad. La restauración no implica necesariamente que el hermano vuelva a ocupar su cargo como anciano gobernante o episcopo. Lo que sí implica es que el cuerpo de Cristo debe ayudar al hermano a reintegrarse, a servir nuevamente con los dones que le han sido dados por el Espíritu Santo. El don de pastor, por ejemplo, sigue siendo parte de su vida y puede ser ejercido en contextos donde no se requiera una posición de autoridad o liderazgo reconocido.
4. La Confusión entre Cargo y Don en la Iglesia Moderna
Una de las principales dificultades que enfrenta la iglesia hoy es la tendencia a confundir los dones espirituales con los cargos de liderazgo. Esta confusión lleva a la idea errónea de que si un hermano no puede continuar en un rol de liderazgo, tampoco puede seguir sirviendo con sus dones. Sin embargo, la Escritura hace una distinción clara entre los dos. El cargo de episcopo o anciano gobernante conlleva una responsabilidad de liderazgo y gobierno, mientras que el don de pastor o maestro es una habilidad espiritual para edificar a la iglesia.
La restauración no significa necesariamente que el hermano vuelva a ocupar un cargo oficial dentro de la iglesia, sino que se le permite y se le anima a utilizar los dones que le fueron dados para servir al cuerpo de Cristo. Un hermano restaurado puede continuar sirviendo como pastor o maestro en un contexto donde no esté en una posición de liderazgo, pero aún esté edificando espiritualmente a la comunidad.
5. La Restauración dentro del Cuerpo de Cristo
La iglesia primitiva operaba bajo un liderazgo plural, donde los ancianos compartían las responsabilidades de gobierno y cuidado pastoral. Este liderazgo plural permitía que las decisiones sobre disciplina y restauración se tomaran con sabiduría y discernimiento, sin depender de una sola persona. En este contexto, la restauración de un hermano que ha pecado debe ser guiada por el discernimiento del cuerpo y por el amor fraternal.
La restauración de un hermano no se trata simplemente de devolverlo a un cargo de liderazgo, sino de reintegrarlo al disfrute de la comunión del Cuerpo y al servicio en la iglesia local. En algunos casos, con el tiempo y con demostraciones claras de arrepentimiento y crecimiento espiritual, un hermano puede ser considerado nuevamente para el cargo de anciano gobernante o epíscopo, y la propia iglesia local lo ha de evaluar. Pero esto no es el objetivo principal de la restauración. El objetivo principal es que el hermano sea restaurado, vuelto a su sitio, tal cual como un hueso se ha dislocado, y así continúe sirviendo con los dones que Dios le ha dado, para la edificación de todo el cuerpo, en el que él también está incluido.
Conclusión
El don de pastor, el cargo de episcopo y la actividad de gobernante son distintos, aunque interrelacionados, en el contexto de la iglesia primitiva. Hoy en día, la tendencia a confundir el don con el cargo dificulta la comprensión de la disciplina y restauración en la iglesia. Un hermano que ha pecado debe ser disciplinado con el objetivo de ser restaurado al Cuerpo de Cristo y así servir con sus dones, sin que esto implique necesariamente que vuelva a ocupar un cargo de autoridad como anciano gobernante o episcopo. La iglesia debe esforzarse por ayudar a restaurar a los hermanos que se arrepienten, permitiéndoles servir con sus dones para la edificación del cuerpo de Cristo, manteniendo siempre la distinción entre el don y el cargo.
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